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Viernes, 29 marzo 2024
NACIONALES
7 de julio de 2020

El velo de la pandemia no alcanza a tapar la vigencia de la grieta

El plan para expropiar Vicentin, las escuchas ilegales del macrismo y la muerte del exsecretario de Cristina son algunas cuestiones que reavivaron las diferencias entre el frente gobernante y la principal coalición opositora. La guerra en las redes y los protagonistas

Vía La Tecla https://www.latecla.info/actualidad

Salvaje, indomable, la grieta política argentina viene de las profundidades de la historia y, en sus altibajos, conoce épocas de tensa convivencia y épocas de antagonismos insalvables. Son pocos los antecedentes en los que la política y, por ende, la sociedad conviven en simultáneo con las dos experiencias, como pasa en el presente. 

El terror frente al COVID-19 provoca en la clase dirigente con responsabilidades institucionales la obligación de trabajar en conjunto más allá de las diferencias ideológicas; pero, en paralelo, movidas del oficialismo y de la oposición dan hachazos constantes a esa utópica idea de un consenso nacional, ahora necesario para plantear el país de la pospandemia. 

Las brasas, siempre están encendidas, y cualquier brisa aviva las llamas. Vicentin y las denuncias por las escuchas realizadas durante el macrismo son apenas dos ejemplos de movidas del Gobierno que provocaron la reacción de la principal alianza opositora. Juntos por el Cambio, en tanto, encontró ahora en el asesinato del empresario Fabián Gutiérrez, y antes en la intención de instalar el concepto de “infectadura”, entre otras cosas, motivos para atacar al presidente Alberto Fernández, sobre quien siempre pesará la sombra de Cristina Fernández. 

De hecho, la intención opositora de mantener viva la grieta siempre se basa en revolver las causas de corrupción del Gobierno kirchnerista y en las supuestas intenciones políticas de la expresidenta. “La grieta está funcionando cada vez más fuerte, no me caben dudas. Desde desconectar los micrófonos del Senado (nacional) a los legisladores nuestros, pasando por la intención de la diputada Vallejos de que el Estado se quede con parte de las empresas a las que ayudó en la pandemia, hasta las denuncias por las escuchas, se puede notar la intención del Frente de Todos de profundizar la grieta”, analizó un diputado provincial de Juntos por el Cambio. El mismo legislador ironizó: “Con las escuchas, el Gobierno cree que encontró los bolsos de López, la maquinita de Boudou y la obra pública de Lázaro Báez. 





Se agarran de ahí y le meten, entonces, eso agrieta todo”. En la oposición culpan a la coalición gobernante de “abrir frentes que generan reacción, cuando toda la concentración y el esfuerzo tendrían que estar puestos en lo sanitario, lo económico y lo social; o sea, en cómo vamos a transitar este período”, tal como afirmó a La Tecla un dirigente del radicalismo bonaerense. Si el tema se baja al ámbito meramente provincial, en Juntos por el Cambio se cansaron de las críticas constantes de Axel Kicillof a la gestión de María Eugenia Vidal y se muestran preocupados por la escalada que tomó el tema del espionaje ilegal en el que habrían incurrido funcionarios de la anterior gestión. 

Entienden que hay hilos políticos que llevan a mover la causa con una curiosa velocidad. Como contrapartida, por parte del sector duro del macrismo, también se muestra sumo interés en mantener dividida a la sociedad. Quizá poco percibido, uno de los primeros conceptos que obturaron cercanías fue la caracterización del nuevo Gobierno. Decir de entrada que Alberto Fernández no iba a trabajar en la búsqueda de consensos y de unidad, sino que, por mandato de Cristina, se iba a profundizar un modelo hegemónico, autoritario y sectario, ayudó poco. 

Por un lado, si la oposición caracteriza así al Gobierno muestra su clara intención de no ir a buscar consensos; y por el otro, ¿cuál sería la motivación del oficialismo de llamar a la principal fuerza antagónica si ésta parte de esa base conceptual? Después vino la búsqueda, por parte del PRO radicalizado, de instalar la “infectadura” como el término que describiera a un manejo del poder autoritario y centralista frente a la pandemia. 

La intención chocó incluso con los propios, ya que los dirigentes amarillos y de la UCR con responsabilidades de gestión descartaron de plano tanto el concepto como la idea que encierra. Más tarde apareció el proyecto de expropiación de Vicentin, y con ello, quienes tienen el manejo del Estado les dieron a sus adversarios el terreno fértil para instalar el temor del ataque a la propiedad privada. 

Pesó, además, el antecedente de la diputada K Fernanda Vallejos, quien propuso que el Estado se quedara con acciones de las empresas a las que ayudaba para que pudieran sostenerse en medio de la crisis. Ahora, el asesinato del empresario y exsecretario de Cristina Fernández, Fabián Gutiérrez, se ha convertido en una potente cuña para llevar la grieta a su punto más profundo desde que cambió la administración del Estado. 



El tema juntó a oficialistas por un lado y a opositores por el otro. Nada tardó el ala dura de Juntos por el Cambio en sembrar dudas sobre las razones del crimen del testigo en una de las causas que aquejan a la expresidenta. Y es un hecho que el suceso acaecido en El Calafate alteró los nervios a ambos lados de la grieta. Las redes sociales fueron durante todo el fin de semana una tribuna desquiciada de opiniones, memes, ataques y contraataques. 

Sin conocerse demasiadas precisiones sobre el hecho, un sector de la coalición opositora apuró el documento en el que calificó la muerte de Gutiérrez como “un crimen de la mayor gravedad institucional”, pidió el pase de la investigación a la Justicia Federal y reclamó apartar a todos los involucrados en el proceso que tengan algún parentesco o relación con la familia Kirchner. El texto lleva las firmas de Patricia Bullrich, Federico Angelini, Alfredo Cornejo, Alejandra Lorden, Maximiliano Ferraro y Mariana Zuvic, es decir, las autoridades nacionales del PRO, la UCR y la CC. 

La reacción del oficialismo fue inmediata y todos salieron a contestar con los tapones de punta. Uno de los más duros fue el mismísimo Presidente, al calificar de “canallesco” al documento. Bullrich le retrucó con los dichos del actual mandatario cuando desapareció Santiago Maldonado, durante la administración Cambiemos.

En un fin de semana de furia en la relación entre las dos fuerzas políticas preponderantes, Alberto Fernández también usó la red social Twitter para responder a una nota que escribió Nancy Pazos en Infobae, en la que cuenta que Eduardo Duhalde le sugirió al jefe de Estado deshacerse de Cristina y gobernar por motu proprio sin condicionamientos ni consejos de la expresidenta. El primer mandatario aseguró que el artículo “narra hechos que jamás sucedieron”. 




Además se ñaló: “Nos unimos para construir una Argentina más justa, sin personalismos ni poderes bifrontes. Todos somos necesarios y todos tenemos un rol. Que nos dividan son mentiras”. Días previos, en medio del escándalo por las supuestas escuchas sin autorización judicial en las que habría incurrido el Gobierno cambiemita, la totalidad de los intendentes y legisladores bonaerenses del Frente de Todos firmaron una solicitada. 

“Exigimos a los integrantes de la oposición prudencia y solidaridad, que dejen de poner palos en la rueda a la gestión provincial y se preocupen por el escándalo de espionaje ilegal ejercido durante la gestión de la ex gobernadora María Eugenia Vidal sobre referentes políticos y sociales”, rezaba el texto. Fue una manera de contestar, con un golpe al mentón, a las críticas de la reaparecida Elisa Carrió y de varios dirigentes de Juntos por el Cambio hacia la gestión de Axel Kicillof. 

Con todo, la grieta a la que la pandemia por el coronavirus le puso un velo durante los últimos cien días se fue redescubriendo en el último mes y quedó nuevamente expuesta en toda su desnudez el pasado fin de semana. Volver del nivel de agresividad que se mostró en las últimas horas no será fácil, aun en el momento más complejo en el que el coronavirus coloca al país, con una cuarentena estricta en el AMBA y un peligro latente de colapso en el sistema sanitario. 

Por eso mismo, todavía quedan dirigentes de ambos lados que piden sacar el pie del acelerador, concentrar los esfuerzos en el tema preponderante y dejar las cuestiones políticas para más adelante. Un pedido que desafía a la propia historia política de una Argentina incapaz de mirar hacia delante sin priorizar los egoísmos ideológicos.




Gustavo Córdoba (Zuban-Córdoba & Asociados)
“Hay mayor acción política por parte del Gobierno”


En diálogo con La Tecla, el analista y consultor Gustavo Córdoba se refirió a la relación entre oficialismo y oposición, como también a la interacción en el marco de la pandemia. En este sentido expresó que “la grieta, siempre estuvo; no veo que se haya profundizado por alguna cuestión en particular, sino que la producción de sentido ideológico de las acciones políticas se siguió a pesar de la cuarentena”.

“Más allá de que se haya atenuado en la visibilización pública con esta idea de juntar a las cabezas de los gobiernos provinciales y nacional en la presentación de la estrategia oficial, la grieta está más viva que nunca. Lo de Vicentin es una clara demostración, donde, según una encuesta nuestra, el 40 por ciento de los argentinos no tenía idea de ese tema y más de la mitad de los que no tenían información estaban en contra”, recalcó.

Sobre la puesta en escena de los principales dirigentes ante cada anuncio referido al aislamiento dijo: “Lo veo como un proceso donde se han legitimado mutuamente los que han participado de ese proceso. Creo que la ciudadanía lo ve bien, lo vio bien y lo va a seguir viendo bien, en la medida que lo sigan haciendo”.

En este contexto, Córdoba destacó que “no hay otra manera de pensar que la realidad funciona ante la ausencia de información y esos vacíos se llenan con identidad ideológica. Entonces, la grieta funciona de manera permanente, diaria, minuto a minuto. Es mucho más importante la identidad ideológica que la identidad partidaria”.

Para el analista, “no hay un aumento de la grieta, sí hay mayor acción política por parte del Gobierno y de la oposición, que corresponde al juego de la política y demuestra que nuestra democracia es dinámica, está viva y no hay ambientes cerrados. Tampoco está todo congelado por la cuarentena, al contrario, estamos viendo, desde los exabruptos secesionistas hasta un abanico importante de hechos y declaraciones que van más allá de la cuarentena”.




Jorge Giacobbe, Giacobbe & Asociados
“Estar juntos, no es suficiente”


El analista político Jorge Giacobbe habló sobre la nueva fase de la grieta entre el oficialismo y la oposición. Al respecto aseveró que “hubo un primer momento donde parecía que, por la crisis de la pandemia, esa grieta tendía a aflojar, pero, por supuesto, era una ilusión. A medida que crece el descontento social por el fastidio en términos psicológicos, en términos de encierro, en términos económicos, se desgasta la clase política y todos comienzan a inquietarse por el futuro. En este contexto, todos buscan salvarse y quedar bien frente a la opinión pública de cara a las próximas elecciones”.  

Para Giaccobe, “la grieta se reaviva, y sucede que cada uno de los espacios que configuran esa grieta tiene una complejidad hacia adentro que es diferente a los momentos anteriores”.  Agregó: “En términos de opinión pública hay quienes defienden al Gobierno y otros que buscan una herramienta para pegarle”. En referencia al actual escenario señaló que “cuando la opinión pública tenía un solo miedo, que era el coronavirus, la política encontró una herramienta que era importada, como la cuarentena. Ahí, los políticos se mostraron todos juntos, y a la opinión pública, eso le pareció maravilloso; y eso favoreció a la imagen de todos, porque pareció que estaban a la altura de las circunstancias, pero era mentira. Cuando la cosa se comienza a descomponer, la opinión pública vuelve a las posiciones preexistentes y queda claro que estar juntos, no es suficiente”.


Waldo Wolff, diputado nacional JxC
“Si tenés un discurso contradictorio, tarde o temprano, no sos nada”


Wado Wolff afirmó a La Tecla que “es un Gobierno que tiene cinco puntas, son distintas bandas. Tenés al kirchnerismo; al albertismo, que es chiquito; las organizaciones sociales; el gremialismo y el massismo. No tiene un proyecto común, la idea era llegar al Gobierno. La prueba más cabal son los enfrentamientos entre Berni y Frederic. Con más de 100 días de pandemia no tienen definido quién corta la calle. No hay ningún tipo de coordinación. El Estado está paralizado porque son distintas facciones y hoy están en conflicto permanente”. Asimismo, el diputado de Juntos por el Cambio subrayó: “No podés tener un discurso único cuando tenés proyectos antagónicos. Alberto Fernández dijo el 28 de mayo que no iba a hacer locuras con las empresas y el 10 de junio expropia una. El Presidente, hoy perdió el rumbo del Gobierno y sigue perdiendo imagen. Si tenés un discurso contradictorio, tarde o temprano, no sos nada. Cristina fue algo, mucho más noble que este discurso; ellos decían lo que son: somos Venezuela, Irán. Ella es clara; él es un muchacho que se encontró con esta situación y tiene ese sueño de transformarse en un socialdemócrata, que no es ni EE.UU ni Venezuela. Pero se asoció con los malos del barrio. Es imposible. Alberto está perdiendo votos propios. Hoy, muchos que lo votaron se manifiestan en contra de él abiertamente”.



Artemio López (Sociólogo y analista político)
“No está claro con quién confronta el Gobierno, no hay adversario”


El sociólogo y analista político apuntó a La Tecla: “No podés construir una épica sin un adversario. No está claro con quién confronta el Gobierno. Hay, más bien, un discurso político administrativo. Mucha corrección política te distancia de la gente. El lazo afectivo que construís con el líder se atenúa, es más racional y menos potente”. En la misma sintonía, el referente del peronismo afirmó: “Al no haber definido un curso de acción y no definir un adversario, el Gobierno carece de épica. El impuesto a la riqueza fue un intento, pero quedó postergado, al igual que lo de Vicentin; no hay un rumbo, no hay un objetivo. No es un problema comunicacional, es un problema político. No podés comunicar lo que no tenés.

Requiere un nivel de confrontación que el Gobierno no quiere afrontar. Todo lo que tiene conflictividad alta, el Gobierno no lo asume como prioridad. Creo que, finalmente, van a tener que enfrentarlo, porque para bailar un tango necesitás dos, y del otro lado no responden con tanto cariño. Ellos, sí, tienen claro el enemigo”. Artemio López completó: “Las apariciones de Cristina generan épica, ella es una dadora de épica. Y también genera la aparición del conflicto y del adversario. Pero eso no es malo, en política es positivo. Sin confrontación y adversario, no podés construir un discurso de mayorías. Ella maneja los tiempos. Si apareciera muy seguido, generaría problemas. Es una Ferrari en medio de una carrera de TC Pista”.




Gobernar en pandemia
A más de 100 días de cuarentena, es casi una depresión sin épica


El confinamiento extra large que atraviesa buena parte del país hace muy cuesta arriba transitar los días de pandemia. Claro está, también es difícil para el Gobierno nacional, que recibió un país con una economía devastada y, encima, le sobrevino el coronavirus, perfilar un rumbo concreto de gobierno. La coyuntura condicionó las acciones pero también el discurso de un Alberto Fernández que carece de épica y de aquellos triunfalismos de la época en que la que CFK llevaba la batuta. “No es que le falta épica, está en un contexto absolutamente impredecible. La épica, siempre va aparejada de una movilización de ideas, de sentimientos y de personas”, apuntó a La Tecla el diputado nacional del Frente de Todos Leandro Santoro. “Acá no están claros los códigos de la construcción de la disputa política de los próximos meses. Para que haya épica tiene que haber certezas, y si hay algo que nos caracteriza en este momento histórico es la incertidumbre, y no hay épica en la incertidumbre”, agregó. Por su parte, la especialista en comunicación Daniela Aruj señaló: “Creo que hay que mirar más los hechos y menos las palabras. Si miramos la comunicación oral del Presidente, hay como 42 Albertos. Se pelea con los periodistas, después es más calmo, paternalista, angustiado. Un día se levanta conciliador y al otro quiere tener voz fuerte. Eso es muy difícil en la gestión. Tiene que intentar llevar un estilo y sostenerlo”. Agregó: “El Presidente, sí intentó crear una narrativa en términos de líder y conductor en la oscuridad de la pandemia: ‘Soy el que está preservando la vida y la salud de los argentinos’. Pero hoy es necesario dar una respuesta en términos de solvencia económica”.
 

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