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Desde el inicio de la pandemia del coronavirus, el foco estuvo puesto en la cuestión sanitaria, como es lógico, puesto que la prioridad a nivel mundial es la de preservar la vida. A medida que se fue controlando la cantidad de contagios en el país con la implementación del aislamiento social preventivo y obligatorio, comenzó a pensarse en el aspecto económico. Tras más de 40 días de parálisis del mercado interno se hace imperioso buscar una alternativa para volver a girar la rueda comercial, para así también empezar a salir de a poco de la crisis. Sin embargo, poco se habla de una arista no menos importante y que tendrá un rol fundamental en lo que viene: el impacto psicológico de la cuarentena.
Durante las distintas etapas del aislamiento establecido por el gobierno nacional que encabeza el Presidente Alberto Fernández, la totalidad de la atención estuvo en evitar la propagación del Covid-19. Las experiencias en el resto del mundo alertaron a los expertos argentinos y se dispusieron estrictas medidas de control y preventivas, que a la fecha han dado resultados, quizás incluso mejor de lo esperado. No obstante, esta iniciativa dejó en el tintero otra de las urgencias del país, el abordaje económico. Argentina ya arrastraba una debacle financiera producto de la gestión del expresidente Mauricio Macri, que la llegada del coronavirus profundizó a niveles muy preocupantes. De a poco comenzó a darse respuesta en ese sentido, aunque será un largo proceso.
El otro tema que subyace los frentes mencionados es el de los efectos psicológicos del aislamiento. La pandemia cambió brúscamente los hábitos del país y del mundo entero, que todavía lucha por adaptarse a la nueva realidad, que además tiene otra complejidad: tampoco será la misma cuando termine la cuarentena. Es decir, el planeta en su totalidad enfrenta un problema de comprensión y asimilación de la realidad sin precedentes. Se vivirán 3 realidades bien disímiles en un período de tiempo muy corto: el mundo conocido (antes de la cuarentena), el mundo en deconstrucción (actual) y el mundo por conocer (post aislamiento).
En este sentido, es de esperar un sinfín de consecuencias en las psiquis de los argentinos y en los habitantes del resto del planeta. Hasta el momento, por tener la mira en otro lado se ha perdido de vista esta situación, pero que más temprano que tarde requerirá de la máxima atención y experiencia en el área para afrontar los desafíos de la próxima etapa.
Los efectos del aislamiento
"Es muy importante difundir los estragos que está haciendo el coronavirus en la salud mental de la población en general. Porque ataca tres ejes que Freud siempre dijo que son generadores de angustia fuerte. Uno tiene que ver con las catástrofes naturales. En ese sentido podríamos encuadrar al coronavirus, si bien es absolutamente artificial, viene de afuera y está fuera de control; otro tiene que ver con el malestar en las relaciones interpersonales; y el otro tiene que ver con el miedo al surgimiento de una enfermedad. Y el coronavirus reúne los 3, por lo que es en sí mismo generador de una ansiedad enorme y en muchos casos fomentados por el entorno genera sensaciones de catástrofe y de falta de futuro", apuntó a LaTecla.info la licenciada en Psicología Patricia Mirochnik.
En la misma sintonía, la psicoanalista manifestó que "una de las más recurrentes son los ataques de pánico. En este momento tenemos todos miedo. Una cosa es el miedo normal que nos ayuda a cuidarnos, respetar el aislamiento. Pero otra es el que desorganiza a la persona y tiene repercusiones en lo personal, como insomnio, taquicardia, sensación de volverse loco o morirse en forma inminente. Esto aumentó en forma considerable. También los cuadros confusionales o de depresión".
Mirochnik agregó que "el coronavirus ataca dos ejes que son fundamentales para la coherencia mental, que tiene que ver con la concepción del espacio y del tiempo. Estamos acostumbrados a tener rutinas, que nos enmarcan y nos dicen quienes somos. Esto fue abruptamente interrumpido. Ahora tenemos jornadas de trabajo en las que no hay límite. Se pierde la sensación del tiempo. Eso desorganiza y ataca la coherencia normal mental. Por eso la recomendación es hacer una rutina y establecer nuevas condiciones, donde se puede establecer la pauta y activamente puede identificar los momentos placenteros y habilitarlos. Habilitar es un gran trabajo psíquico. En este momento tenemos que poder tramitar lo que nos está pasando para poder dar respuestas adaptativas".
Por su lado, el perito psiquiatra Miguel Maldonado indicó a este medio que "pueden agudizarse los cuadros fóbicos u obsesivos fóbicos. Esto de haber adquirido el buen hábito de lavarse frecuentemente las manos, puede generar en personas predispuestas desatar un trastorno obsesivo compulsivo, lavarse las manos cada 3 minutos. Esto hay que hacerlo ver por la dupla psiquiatra psicólogo. No es normal ni conveniente. Este encierro desata también pulsiones agresivas, individuos que naturalmente tienen impulsos agresivos pero los controlan, en este tipo de encierros despierta pulsiones incontrolables. las estadísticas van empezando a trazar un perfil de problemas. Se han agudizado los pedidos de divorcio. Aquellos matrimonios o parejas que no se llevaban del todo bien, con la cuarentena se vieron afectados y se desataron tensiones, agresiones, pujas por poder intrafamiliar. Cosas del resorte de la psiquiatría y la psicología".
En tanto, la licenciada en Psicología y Psicopedagogía, Mónica Czerlowski, subrayó a LaTecla.info que "es un impacto fuerte desde el punto de vista emocional por el temor que sucita por un lado, pero sobre todo por la cuestión de lo nuevo. No tenemos un parámetro. Nunca lo vivimos y hay que desarrollar mecanismos con los que no contamos tanto. Mucho va a depender de los mecanismos con los que contemos previamente. La respuesta más primitiva es desorganizarse. Frente a un peligro, lo atacamos o huimos. Tener miedo es esperable y está bueno, porque nos genera tener conductas de prevención. Pasar del miedo a un ataque de pánico ahí ya es patológico, es el miedo del miedo. Los miedos pueden venir del afuera o los miedos internos, las fantasías".
El impacto en los más chicos
La psiquiatra infantil, Andrea Pellegrini, apuntó a este medio que "los chicos pierden la rutina de la escuela, donde también pierden una ración de comida. El no poder desplazarse. Ahí intentamos armar redes de contención. Vemos que los chicos que ya tienen problemas y están bajo tratamiento, aumenta la ansiedad, hay trastorno del sueño y aumenta la agresividad, pero son cosas esperables en este contexto. Los niños “normales” también pueden tener cambios de conducta y no hay que pensar que es una patología. Son todas conductas esperables en este contexto, que cambie el estado de ánimo, angustia, falta de concentración en las tareas. Son las herramientas que tienen los chicos para expresarse. Es importante que el adulto pueda organizarle una rutina, contenerlo".
Asimismo, la médica remarcó que "la mejor manera de prevenirlo es no exigir que sigan haciendo lo que se esperaba cuando todo era normal. Hay que adaptarse y poner como prioridad la salud. La tecnología es lo menos malo, hay que administrarla, compartir con el chico. Para el adolescente es vital, se conecta con el mundo a través de celular. Sin celular, encerrado y con el adulto al lado marcando lo que hace mal es la peor de las soluciones. Hoy por hoy la tecnología es bastante beneficiosa, sobre todo para mantener los vínculos Para los más chiquitos también, incluso los chicos de jardín pueden hacer llamados con sus compañeritos, para poder ver algo concreto y real. Eso los puede ayudar a pasar esta etapa, que siempre hay que remarcarles que es transitorio, que va a pasar. Es muy importante también que los chicos salgan de manera recreativa. Eso ayuda bastante, sobre todo a los chicos con cuadros severos de autismo, sacarlos completamente de una rutina los angustia mucho. Hay que buscar alternativas".
Por su parte, Maldonado afirmó que "el chico también está acostumbrado a que de pronto los mayores le hagan prohibiciones. Entonces no salir a la calle por un tiempo no es tan grave. Hay que armarse de paciencia. Los que viven con menores de 10 años tienen recursos como para entretenerlos un poco. La franja etaria más complicada son los adolescentes. Cómo le explicas que no puede salir, juntarse con los amigos...creo que muchos nos van a salir los
baby rebeldes de la pandemia. Al hablarlo con otros colegas coincidimos en que son los más difíciles de tratar en este momento. Los tenemos olvidados. No hay plan para adolescentes. Y son personas que tienen mucha energía, ganas de vivir, objetivos difusos, inquietos física e intelectualmente. Calmar esos ímpetus no es tarea fácil".
"Con los más chicos, los adultos a cargo tienen una responsabilidad bastante importante a la hora de contener, tranquilizar y acompañar. Los pueden y tienen que ordenar mentalmente: a esta hora se estudia, a esta se come, se baña. El chico cuando el adulto le da un mensaje claro se siente contenido. en el adolescente se complica porque necesita construir su mundo en el afuera. Como momento vital, lo que le corresponde es poder confrontar con los padres, es el momento lógico", señaló Mirochnik.
El caso de los adultos mayores"Están las dos caras de la moneda, verso y reverso. Es cierto que afecta mucho esta situación. porque nadie ha vivido algo como esto, pero también es cierto que el mayor está curtido, ha pasado muchos sinsabores en la vida. Entonces, si se conserva un mínimo de contacto familiar y afectivo, con visitas aunque sea a través de la ventana, eso es una terapéutica realmente inmensa, poderosa para los viejitos. El viejo se conforma con poco. Con un poquito de afecto en esta época tan difícil, el viejo puede salir adelante", afirmó Maldonado.
Consultada por los efectos en la población de la tercera edad, Mirochnik expresó que "una de las poblaciones que más en jaque está en este momento son los adultos mayores. Lo que está pasando los deja afuera de toda posibilidad de adaptación. Los bancos le piden que hagan todo digital y para ellos ir al banco a cobrar era toda la actividad que tenían. Salir a la plaza. Tener un control mínimo de sus propios recursos. Ese es un gran desafío que tenemos como sociedad en este momento. Es el sector de la sociedad más frágil y más expuesta".
En tanto, Czerlowski remarcó que "una cosa es el aislamiento físico y otra el aislamiento emocional. Si bien no podemos abrazar, besar y tocar, la tecnología nos acerca mucho. Pero esto depende de dos capitales, el cultural y el económico. Primero hay que poder tener la tecnología y después saber usarla. Y esto en los adultos mayores es muy complicado. También los afecta más a ellos el tema de las rutinas. Algo que es fundamental en todas las edades, en adultos mayores más".
El mundo post cuarentena"Estamos elaborando y trabajando con otros profesionales porque la salida de la cuarentena también va a ser difícil. Así como nos costó un montón adaptarnos a esta realidad, ahora nos va a costar mucho salir. No está todavía terminada la cuestión. También va a fomentar muchísimo cuestiones disruptivas en cada uno. Para una persona fóbica va a ser catastrófico salir. La salud mental no está bien cubierta ni desde las obras sociales, las prepagas ni desde el gobierno. A través de la palabra se puede hacer muy feliz a una persona o llevarla a la desesperación. Hay que paliar la cuestión sanitaria en el impacto físico, psíquico y económico. Sin visión de futuro, con depresión, se debilita el sistema inmune. Toda esta cuestión disruptiva y falta de rutina desregula el cuerpo y lo desvitaliza. Como país vivimos amenazas todos los días. Después del 2001 se generaron un montón de enfermedades como consecuencia traumática de la crisis. Esto puede tener una vivencia traumática similar, pero solo lo vamos a saber a posteriori", finalizó Mirochnik.
Al respecto, Pellegrini añadió que "creo que esto va a tener un impacto que se va a ver después. Todo este tiempo de privación de lo vincular, lo social, se va a ver después. Nosotros ya estamos pensando en algunos cuadros de trastornos del estado de ánimo, de ansiedad, depresivos. Porque es lo que vamos viendo. Lo más importante es la construcción de redes y el sostén comunitario. En estas situación de crisis es fundamental tratar de mantener esas redes".
Por último, Czerlowski sentenció: "tenemos que pensar que esto es algo transitorio. Cuando lo pensamos como algo gigantesco genera mucha más ansiedad. Hay que saber que el estado en el que estamos hoy va a cambiar. El coronavirus nos cambió los parámetros con los que estructuramos nuestra realidad. Cambiaron nuestras nociones de espacio, de tiempo, los encuentros, las formas de vincularnos. Con lo cual, no vamos a ser los mimos cuando salgamos al afuera. Siempre se habla de la flexibilización, de algo paulatino, pero desde el punto de visto psicológico es muy interesante. La transicionalidad. Es una paradoja, estar con el otro y sin el otro al mismo tiempo. Hay un período en el que vamos a tener que transicionar en el que no vamos a ser los recluidos, los aislados, pero tampoco vamos a poder transitar en la manera en que la hacíamos antes. Ahora vamos a tener que construir una realidad diferente, ni mejor ni peor, con otras pautas".