El oficialismo no logra consenso en el Congreso de la Nación, la pata interna está quebrada y cada sector resguarda sus intereses. La falta de músculo político para avanzar con temáticas sensibles quedó en evidencia y la oposición logra imponer su agenda.
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La pandemia por el virus de COVID-19 y los más de cien días de confinamiento no lograron mantener las aguas calmas en el Congreso de la Nación. Justamente la crisis económica que se profundizó a lo largo del aislamiento social preventivo y obligatorio es uno de los motores que pusieron sobre la mesa a las diferencias que el oficialismo no logra contener, principalmente en la Cámara de Diputados de la Nación.
“El tablero cambió mucho”, sostienen desde el kirchnerismo en relación al año proyectado para el trabajo legislativo y el que finalmente se lleva a cabo por estos días.
Es que, el Frente de Todos no tenía grandes diferencias en la agenda de temáticas laborales. Así, todo indicaba que 2020 sería un año donde los diferentes espacios que conviven en la coalición gobernante buscarían aceitar la relación de cara a 2021, año electoral. Pulir la relación de cara al futuro.
Incluso, aseguran que con la mirada en el espejo retrovisor el problema “más grande” lo tendría Cristina Fernández en el Senado de la Nación y con la eventual Ley de Interrupción Voluntario del Embarazo (LIVE). Claro, todo con la cabeza puesta en el primer día de marzo cuando el presidente Alberto Fernández anunció el envió del proyecto de LIVE. Sin embargo, ese panorama se modificó drásticamente producto, justamente, del coronavirus y el confinamiento.
En definitiva, el bloque de diputados nacionales que conduce Máximo Kirchner en la Cámara que preside el tigrense Sergio Massa expuso sus diferencias con dos temáticas sensibles: impuesto a las grandes fortunas y Vicentin. No obstante, las diferencias son más profundas
El líder de La Cámpora e hijo de la dos veces presidenta fue quien puso sobre el tablero de discusión la posibilidad de cobrar un impuesto extraordinario a la riqueza. Conforme lo señalado por el titular de la bancada oficialista, el mismo tendría como objetivo paliar la crisis económica producto de la pandemia. Pasaron 100 días desde su anuncio y no hay borrador.
A la hora de ir al trasfondo, en el Congreso apuntan a la falta de músculo político y la ausencia de apoyos en su propio seno. En pocas palabras, el titular del bloque jugó en soledad como si fuera un diputado más y no el Presidente de un sector donde convive peronismo, kirchnerismo, massismo y aliados. Así, lo compararon con los dichos de la legisladora Fernanda Vallejos que, desde su Twitter, propuso la participación estatal en las empresas privadas ayudadas económicamente durante la crisis.
La propuesta de Máximo no consiguió el consenso necesario puertas adentro y mucho menos en la oposición. Por caso, uno de los hombres que respalda al titular de bloque reconoció públicamente la falta de acuerdos. Fue el patagónico Darío Martínez quien sentenció: “No hemos avanzado porque estamos esperando a tener los consensos y no queremos que sea solo un proyecto”. En ese sentido, el hombre del kirchnerismo agregó: “Hay diputados que representan intereses que no quieren tocar. La discusión hay que saldarla en el recinto, no en los medios”, sin diferenciar a la oposición, el neuquino apuntó puertas adentro.
Por caso, el titular del interbloque Federal, Eduardo “Bali” Bucca, que juega como virtual aliado del oficialismo, se deshizo de su postura inicial al ver la ausencia de consenso en el Frente de Todos y la imposición de condicionantes desde el massismo. El ex intendente de Bolívar había anunciado el aval del sector que preside para discutir el proyecto. “Estamos dispuestos a evaluarlo, discutirlo y debatirlo. Nos interesa saber para qué se van a usar los recursos”, había lanzado.
Claro, Bucca anunció su visto bueno luego de que se apruebe la Ley Silvio, de su autoría, con los votos del kirchnerismo incluídos. Incluso, el proyecto lo llevó a tener una reunión mano a mano con Cristina Fernández que fue la antesala para que desde el Instituto Patria definan a Bucca como “un gran compañero”. A dos meses del derrotero, la aprobación para debatir el proyecto se diluyó y desde el espacio que jugó con Roberto Lavagna sostienen que “primero tiraron el título y después salieron a escribirlo”.
En ese marco, en el Congreso sostienen que la impronta de Massa quedaría golpeada con el proyecto que lleva el sello del ultrakirchnerismo y recuerdan: “Alberto le prometió mantener la autonomía, acá (Massa) lo demuestra”. De esa manera, el massismo no solo no acompañó el proyecto desde ningún espacio propio (ni concejales, ni legisladores, ni intendentes), sino que ataron su debate a una serie de propuestas del Jefe de la Cámara.
El tigrense marcó al kirchnerismo que la única viabilidad del Impuesto a las Grandes Fortunas va de la mano de una serie de reformas impositivas que contenga moratorias, alivios fiscales para Pymes, autónomos, monotributistas y ayuda al turismo. “Si sale o no la ley, va a depender mucho de que sea parte de una discusión global”, lanzó Massa hace varias semanas y así mantuvo su postura hasta torcer al ala K para poner el proyecto en debate después de cien días.
Otro de los puntos donde las fisuras de Todos quedaron a la luz - de manera más notoria - fue con el caso Vicentin. Allí, al igual que el impuesto a las grandes fortunas, La Cámpora quedó golpeada. Es que, la senadora favorita de Cristina, la mendocina Anabel Fernández Sagasti, fue públicamente marcada por Alberto Fernández como la mentora de la intervención y expropiación de la cerealera. Desde aquella conferencia de prensa a la fecha, la camporista no volvió a aparecer en el debate político sobre la agroexportadora y los sectores del peronismo moderado de Entre Ríos y Santa Fe se convirtieron en los voceros del gobierno. En cambio, en Diputados, nuevamente la diferencia de criterios quedó a la luz y la pata ultra K fue la única que se expuso.
“No son fallas, son cuestiones de concepción”, sentenció a este medio el analista Gustavo Córdoba, cotitular de Zuban & Córdoba asociados. De esa manera, consideró que “no se trabajaron previamente los conceptos y tuvieron que afrontar retrocesos. Hubieras evaluado el impacto con anterioridad”.
En ese sentido, remarcó que “no son errores de comunicación, son errores políticos” y señaló que el “coronavirus puso en evidencia zonas grises. La pandemia mostró que hay que salir de la zona de confort, todos los gobiernos improvisaron”. “Hay consensos que son necesarios porque tan rápido como subís, podés caer”, subrayó Córdoba.
Así las cosas, en el Congreso de la Nación sostienen que la pandemia dejó en evidencia la fisura en la relación política entre dos de los responsables del armado del Frente de Todos, Massa y Máximo.
En ese marco, desde la Cámara baja el kirchnerismo considera que el tigrense soltó la mano del camporista y no acompañó un proyecto sensible de impacto mediático como el impuesto a las grandes fortunas. En tanto, desde el peronismo moderado sostienen a ultranza que el debate debió ser interno y no mediático. Ponen así, como ejemplo, la ley de alquileres, de teletrabajo y de donación de plasma. Las tres se consensuaron y aprobaron sin problemas.
En tanto, conforme señaló Gustavo Córdoba el oficialismo legislativo necesita ingresar en un “aprendizaje, la comunicación no es lo que yo digo, es lo que el otro percibe”. Justamente, no hubo consenso previo y los proyectos quedaron stand by.
Así, el Frente de Todos enfrenta la pandemia sin consenso legislativo y con la evidencia de quiebres en la vida de la coalición de Gobierno.