22 de noviembre de 2023
ANáLISIS
Javier Milei, el hombre que ganó y no está solo
Sin partido consolidado, sin estructura, aunque con el interesado aporte de quienes pretendieron usarlo para perjudicar a otros y ahora lamentan esa jugada, se podría decir que Javier Milei llegó a la Presidencia de la Nación en una soledad mesiánica que es, a la vez, un arma de muchos filos.
Con su histrionismo como bandera, enancado en un discurso anti casta, y con su hermana Karina como faro de contención, el creador de la Libertad Avanza, tuvo un desarrollo electoral excepcional, hasta el punto de conseguir en el balotaje ser elegido el Jefe de Estado con más votos en la historia del país.
Solo hizo su camino. Solo, apoyado en la repercusión mediática que le dio su estilo despeinado, de carácter irascible y lenguaje descuidado, consiguió la adhesión de más de 14 millones de personas. Casi no hubo institución que no saliera a clamar por el otro candidato en la contienda, Sergio Massa; pero Milei rompió con todos los mandatos de la dirigencia política, gremial, social, empresaria, asociativa y de cuanta organización haya expresado públicamente su rechazo al libertario. El votante ya no responde a nada más que a su propio deseo o su propia bronca.
Milei llegó solo, pero ya no está solo. Tiene detrás el peso contundente de las urnas, que no dejaron lugar a suspicacias. Y eso lo habilita a hacer todo lo que dijo. Y todo lo que dijo es un montón (hasta parece inimaginable en algunos casos), pero si lo hace nadie podrá endilgarle que no avisó, ni nadie podrá decir “yo no sabía”. Más aún, sus rivales
se encargaron todo el tiempo de recordarle a la sociedad las estrafalarias promesas del economista liberal, creyendo que con eso lo dañarían. Resultó ser todo lo contrario. Un filo peligroso de ese apoyo popular es que el ungido presidente se crea un ser todopoderoso capaz de saltear los canales institucionales que la democracia demanda y exige.
El contrafilo de eso es que el Presidente deberá muñirse de un apoyo que exceda a su escuálida fuerza política, para que esta se vea empoderada y le sirva como escudo institucional. Los dislates en los que Milei pueda incurrir, en caso de que los tenga, necesariamente deberán ser morigerados por sus socios en el Gobierno. Tampoco está solo en eso. Una nueva coalición toma forma bajo la sombra del hombre que se calzará la banda presidencial el 10 de diciembre. Y, en espejo, aparecerán reconfiguraciones que oficiarán de oposición.
En cuanto al frente oficialista, la filosa línea de corte está en hasta dónde cederá el Presidente en las decisiones en las que no encuentre el consenso interno necesario; y hasta dónde los nuevos socios soportarán las políticas, en algunos casos extremas, que el ganador del domingo pretenda llevar adelante. Deberá trabajarse mucho y rudamente para amalgamar una sociedad que en sus primeros pasos ya tiene rispideces por la conformación del equipo que llegará a la Casa Rosada.
La necesidad más allá de Macri
Sin ningún gobernador, sin ningún intendente, con apenas algunos diputados y senadores en el Congreso, Javier Milei necesita abrir un leasing de gobernabilidad. Macri y el ala dura del PRO serán, al menos en el arranque de la gestión, una pata fundamental de esa estructura política que garantice institucionalidad. Pero con eso solo no alcanza.
Enfrente hay un peronismo que acusa un golpe tremendo tras el resultado del balotaje, y la pérdida de algunas provincias en las elecciones que antecedieron a la segunda vuelta presidencial, pero que tiene un enorme poder de recuperación y perenne poder de fuego. Por eso, con Macri solo no alcanza y el Presidente libertario necesitará mayor escudo político. Deberá recurrir a la casta que tanto denostó pero que en las últimas horas se cuidó de no agredir. En ese universo de los posibles aliados aparecen la pata peronista de Schiaretti-Randazzo, algunos sectores derechizados del radicalismo y los siempre dispuestos partidos provinciales, con necesidades de sus gobernadores y bancas en el Congreso.
Dos viejos conocidos que siguen en pie
Mauricio Macri dinamitó el Pro, y con ello JxC, porque dirigentes de su partido le cuestionaron el liderazgo. Ahora Macri se revitalizó con la jugada Milei y vuelve a ser cacique de la tropa que lo acompañó en la cruzada. Cristina Fernández no pudo imponer el candidato, se apartó de la campaña y tomó distancia de la derrota. Tiene del derecho de decir “les dejé el bastón de mariscal y perdieron”. Sólo Axel Kicillof puede zafar de esa sentencia. Macri será clave para el gobierno de Milei. CFK puede pretender ser otra vez la jefa de la oposición.
El riesgo de las piedras
El poder dado a Milei no lo habilita a hacer cualquier cosa ni salirse de los límites constitucionales, y debe ser entendido por los demás actores de la vida pública como un respetable mandato ciudadano. Es poco saludable que la izquierda ya haya lanzado un plan de resistencia. Y, siempre que el Presidente se mantenga dentro de los marcos legales, deberán contener sus deseos esas facciones que parecen siempre dispuestas a tomar el mando antes que les toque. Cuidar la institucionalidad es otro desafío de la nueva era.