25 de agosto de 2010
NEUQUéN
Halcones y palomas en el gabinete
Sapag cerró el círculo de confianza y armó un equipo de bajo perfil para llevarse todo el protagonismo de cara a 2011. No quiere disonancias pero en su equipo hay ex sobichistas. Zulma Reina y Rodolfo Laffite son las voces del consejo. El resto entra y sale a su voluntad
A punto de ingresar en el último año de su mandato, el gobernador Jorge Sapag logró convertir a su Gabinete en un círculo cerrado donde no hay (o por lo menos no se escuchan) voces disonantes y cuyo objetivo principal es fortalecer la gestión de cara a la tan ansiada reelección, sobre todo después de la interna del MPN en la que Sapag no se presentó y quedó debilitado frente a su adversario político más fuerte, Jorge Sobisch.
Quiénes son los integrantes del Gabinete neuquino, su pasado político, sus relaciones dentro del partido y la llegada con el Gobernador. Radiografía política de los hombres y mujeres del Gobernador de Neuquén.
Es sabido que el Gabinete provincial padeció un tsunami a principios de este año por lo que el mandatario neuquino resolvió apartar a los elementos en discordia para evitar que el escándalo arrastrara a toda la gestión.
Dos funcionarios de alta exposición pública midieron fuerzas en una disputa que terminó con matices de culebrón. César Pérez, ministro de Desarrollo Social, y Jorge Tobares, ministro de Gobierno, pulsearon mediáticamente en pos de solucionar un conflicto gremial.
No sólo no resolvieron el entuerto sino que éste los atrapó en una pelea en la que Pérez dejó atrás su oficio para transformarse en una suerte de divo televisivo luchando por mantener su injerencia en el problema a resolver. Tobares, un negociador con mucho diálogo con los gremios, se mantuvo un poco más al margen pero ya se sabía que tenían los días contados.
El siempre indeciso Sapag optó por darle una resolución salomónica al culebrón y echó a los dos funcionarios que se convirtieron en ex.
En lo más íntimo, el Gobernador no quería deshacerse de Pérez, un abogado del interior sin experiencia en cargos ejecutivos pero muy funcional y con un defecto muy marcado: “Se desbocaba fácilmente”, comentan a La Tecla Patagonia desde los pasillos de la Gobernación. Ese defecto le costó caro a Pérez. Pero el escándalo llegó en el momento justo y Sapag supo que con Pérez podía arrastrar a Tobares a quien desde hacía ya un tiempo tenía ganas de desplazar.
Lo que sucedía era que Tobares representaba el ala izquierda del gobierno, mediaba en los conflictos gremiales y como buen bombero siempre trataba de apagar el incendio antes de que se propagara. Pero desde hacía un tiempo, Sapag había dado un giro hacia la derecha y con mano dura, o firme como prefieren decir sus allegados, terminar con las tomas de terrenos, los cortes de ruta y las exigencias salariales que han sido recurrentes así como la versión oficial de que las arcas provinciales están en rojo.
Fue en medio de ese giro que Sapag abrigó en su gabinete a Zulma Reina, la mujer más representativa de todo el Movimiento Popular Neuquino (MPN). “Reina es el partido mismo”, resume una voz interna desde dentro de la Casa de Gobierno.
Fue por esto que el astuto y dubitativo Gobernador puso a la mujer-partido a cargo de un Ministerio nuevo creado para restarle fuerza a Tobares.
A partir del ingreso de Reina, la Coordinación de Gabinete pasó a tener bajo su órbita al ministerio de Gobierno devenido en subsecretaría de Gobierno.
Fue en ese contexto de menosprecio a Tobares que se produjo el culebrón que terminó con la partida de los dos ministros. Todo esto le brindó un aprendizaje al Gobernador: achicar para controlar.
Con ese aprendizaje en mente, el gobernador Sapag se obligó a conformar una estructura de Gabinete sólida compuesta por cinco ministerios y cinco secretarías de Estado. En este rearmado, el mandatario provincial se aseguró de que no hubiera en el elenco personajes con más ambiciones que él, por lo que eligió estar rodeado de funcionarios domesticados y eficientes. Detenta tal protagonismo el Gobernador, por obsesión y paranoia, que la mesa chica la integran la ministra Reina y su primo hermano Rodolfo Laffite, que tiene a cargo la secretaría de Estado de la Gestión Pública y Contrataciones. A ellos recurre a la hora de los grandes temas, de las decisiones difíciles o complejas. A este trío suele sumarse el ministro de Desarrollo Territorial, Leandro Bertoya, por comandar un área clave del gobierno, que cuenta con un presupuesto más que interesante, pero no porque abunde la confianza en él. Justamente Laffite y Bertoya fueron electos recientemente convencionales del MPN en representación de la lista Naranja que apoyó el gobernador Sapag.
El resto de los integrantes del Gabinete entran y salen del despacho de Sapag para brindar sus informes semanales o quincenales pero ninguno goza de la confianza suficiente como para sumarse al concilio de las grandes decisiones. De hecho, varios de estos actores de reparto temen el enojo del Gobernador y ninguno se anima a contradecirlo. Dicen que el blanco de los ojos de Sapag es como “un precipicio helado del cual no todos vuelven”.
Es tan chico el círculo del Gobernador que la familia pasa a tener un rol fundamental en su vida y en su gestión. Muchos creyeron, en un principio, que su tío Felipe, el viejo caudillo del MPN, le daría consejo una vez que asumiera la Gobernación, así como Juan Domingo Perón hizo durante sus años de exilio con sus discípulos. Pero Don Felipe nunca creyó demasiado en su sobrino, que supo enfrentarlo internamente en el MPN al punto de aliarse con Jorge Sobisch con el fin de desplazar al viejo líder. Sus ansias de poder y el temor a ser traicionado hacen que Jorge Sapag recurra a su esposa Carolina Lola Lanusse, nieta del ex presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse, y a su hermano Elías Alberto Sapag, presidente de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC), a la hora del consejo. Ambos suelen aportar una cuota de claridad a la intrincada mente del mandatario neuquino. Por estas horas, es sabido que el Gobernador necesita un camino despejado para enfrentar los problemas internos del histórico Movimiento Popular Neuquino que arrojó un resultado poco favorable para el Gobernador y que lo enfrenta a un rival fortalecido como Jorge Sobisch. Sobisch tiene hoy una imagen negativa alta, lo que todavía le deja una posibilidad concreta al primer mandatario de cara a 2011. Aunque, también es real, que sin la presidencia del partido, Sapag no podrá ahondar en pretensiones. Por este motivo, más que nunca, el gobernador necesita mostrar “gestión”.
Rápido de reflejos, el mandatario neuquino, tuvo el primer gesto político con el objetivo claro en 2011.
Apenas unos días después de las internas creó una mesa de diálogo para negociar incrementos salariales con los empleados estatales. Y puso a cargo de esta difícil tarea a uno de sus hombres de mayor confianza, el secretario de Estado, Rodolfo Laffite. Al resto de su equipo le pidió que comience a mostrar el trabajo dentro de sus áreas en los medios de comunicación. Sapag necesita mantener la provincia activa, mostrando hechos, pero sin grandes inconvenientes para resolver, ya que su candidatura también le demandará tiempo.
Nota completa en la revista Nº 4 de La Tecla Patagonia