La Tecla Patagonia
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La pandemia de coronavirus y las respectivas medidas preventivas que se han tomado desde su comienzo han generado una serie de encontronazos entre los gobiernos provinciales y los municipios. En casi todas las oportunidades los jefes comunales han decidido acoplarse a las decisiones de los gobernadores, aunque claro, ha habido excepciones.
Dependientes del Estado Nacional y sin la posibilidad de contar con hospitales de alta complejidad en sus territorios, la gran mayoría de las comunas ha debido encolumnarse tras las medidas provinciales.
Como un efecto dominó, lo que ocurre en los pasillos de los grandes hospitales patagónicos repercute directamente en las pequeñas comunas y su capacidad de trasladar pacientes de complejidad y riesgo. Esto ya sucedía tiempo antes de la pandemia y se agravó con la llegada del Covid.
Aunque son conscientes de que no hay manuales de cómo gestionar un desastre mundial, muchos de los intendentes debieron lidiar con sus empleados y con una economía en ruinas durante los primeros meses del Covid. Otros se plantan a las decisiones gubernamentales y muestran su propia visión de las cosas.
Ariel Rivero-Intendente Campo Grande, Río Negro
“Los intendentes deberían tener los fundamentos necesarios para tomar medidas distintas”
Con el diario del lunes, quien lamentó la gestión en el inicio de la cuarentena fue Ariel Rivero, intendente de Campo Grande, el primero en admitir a La Tecla Patagonia: “Nos hemos equivocado, fue muy abusivo estar 7 meses aislados al principio de la pandemia. Le hizo mal a la gente y a la economía”.
Sin embargo, sin ánimos de dispararle al gobierno provincial, expresó: “Nadie tiene el remedio o la receta de cómo manejar la pandemia. No existe una herramienta”.
Todo viene del 2020, cuando el virus aún no tenía circulación comunitaria por la Patagonia, pero el miedo al colapso obligó a las autoridades a mandar a sus casas a la gente. Quizás sin conocer el riesgo real del Covid, muchos de ellos optaron por ser precavidos antes que lamentar la pérdida de sus ciudadanos. “Estamos acá para tomar decisiones, nos tocó a nosotros y lo hacemos con la mayor responsabilidad”, explicó.
Ahora, con un año de experiencia, la llegada de las vacunas y una mayor información acerca del alcance real del virus y las formas de combatirlo, saben que si pudieran volver el tiempo atrás esperarían antes de cerrar todo sin una cantidad de casos considerables. “Hoy por hoy comprobamos que el virus se detiene cortando la circulación”, explicó.
Además, el intendente reconoció que, si bien “es complicado que los municipios tomen medidas aisladas porque somos parte de un circuito”, cree que los jefes comunales deberían tener autonomía para tomar decisiones. “No es lo mismo Campo Grande que otros pueblos de la línea sur donde no hay casos. Los intendentes deberían tener los fundamentos necesarios para tomar medidas distintas”, concluyó.
Cristian Puente-Intendente El Huecú, Neuquén
“Hay cosas que no podemos resolver desde la distancia”
Claro que en esta disputa hay intendentes que se la juegan de lleno por las decisiones de los gobernadores y respetan al pie de la letra los decretos provinciales. Así es el caso de Cristian Puente, intendente de la localidad neuquina de El Huecú.
“Todas las medidas que hemos tomado lo hemos hecho al igual que provincia”, expresó a La Tecla Patagonia. En ese sentido, Puente no se ha manifestado desde su labor en contra del confinamiento y ha elegido confiar en la capacidad de gestión del gobernador Omar Gutierrez.
Sin embargo, lejos de la confrontación, ha sabido hacer las excepciones necesarias para mantener satisfechas las necesidades de su pueblo. “Esta última semana tuvimos que flexibilizar algunas cuestiones en cuanto a la administración pública”, explicó.
Es que la llegada del invierno trajo consigo bajas temperaturas y lluvias que exigen un estado presente. “Por el empeoramiento de las condiciones climáticas tuvimos que hacer asistencia a los vecinos con leña para que se mantengan calientes”, explicó.
Si bien la circulación en El Huecú es hasta las 18, como en el resto de la provincia,Puente aseguró que las obras públicas y la asistencia social de la ciudad se mantienen latentes. “Hay cosas que no podemos resolver desde la distancia. Si el matadero municipal no faena dejamos al pueblo sin carne”, ejemplificó.
Gustavo Gennuso-Intendente de San Carlos de Bariloche, Río Negro
“Hay que tener una línea de órdenes clara”
Consciente de que la baja circulación en su distrito hizo reducir la cantidad de contagios, Gustavo Gennuso, intendente de San Carlos de Bariloche, aseguró a La Tecla Patagonia: “Aunque a veces hay medidas particulares nunca vamos encontra de Provincia. No tomamos resoluciones fuera de sus directivas”.
En medio de la pandemia, para Gennuso hay que mantener la unidad y delegar las responsabilidades a quienes están capacitados. “No podes tener dos Jefes de bomberos para un solo incendio. Hay que tener una línea de órdenes clara”, ejemplificó.
El intendente explicó que “mantener la unidad al principio de la pandemia no fue tan simple”, pero el agua que corre debajo del puente fue permitiendo mayor experiencia y la posibilidad del consenso. “Hoy por hoy hay mucho trabajo en las localidades y hay reuniones periódicas con los intendentes”.
Sin embargo, el caso de San Carlos de Bariloche muestra a la perfección que no alcanza para las grandes localidades con la ayuda del gobierno provincial. “Bariloche tiene que pensar muy esquema con provincia y nación para para poder tener un ingreso en el verano. Estamos muy complicados”.
Con una economía en llamas y con el sector turístico en las ruinas, Gennuso sabe que no es facil gestionar a gran escala. “Tenemos más de 60 mil puestos de trabajo estancados. O se subsidia o se admite el turismo”, expresó.
Al ser una ciudad que vive casi exclusivamente del turismo, el intendente aseguró que no solo el sector turístico se ve afectado por la imposibilidad de una temporada invernal. “Si no hay gente el taxista no teiene pasajes. El verdulero no tiene a quien venderle”.
Desobedecer no parece una opción viable para Gennuso que ha mostrado una gran unidad con la gobernadora Arabela Carreras. Sin embargo, su lealtad no alcanza y acatar tampoco se presenta como una solución a la problemática. “No somos necios, sabemos que no depende de nosotros. Pero sin la posibilidad de recibir turismo nos vamos a fundir”, concluyó.
La liga de los intendentes por sus comunas
(Esquel-Trevelin-El Chaltén-Calafate)
Dentro de la gestión de la pandemia no todos los intendentes ven con buenos ojos la adhesión a las medidas provinciales. Así es el caso de Sergio Ongarato, jefe comunal de Esquel, quien en las últimas horas desestimó las restricciones a la circulación y habilitó a los comercios de la ciudad a permanecer abiertos hasta la medianoche.
Como sustento de su decisión, que catalogó en rueda de prensa como “difícil”, se basó en “el resultado de la situación económica que atraviesan nuestros comerciantes y la situación social que se desprende de eso”. Además, explicó que “la única solución que tienen para comer es hacer colas afuera de Desarrollo Social buscando alimentos”.
Para evitar la adhesión al decreto provincial no solo argumentó con la realidad económica que atraviesa la ciudad, sino que tuvo en cuenta la realidad sanitaria de la ciudad y aseguró que para no tener ningún revés por su decisión han ampliado la cantidad de trabajadores en el sector de Salud.
"La municipalidad va a contratar gente para realizar los seguimientos para los contactos estrechos”, explicó Ongarato, para de esa forma asegurarse de evitar la propagación del virus en la ciudad. Además, “contratamos también a cuatro enfermeros para colaborar con el Plan de Vacunación”.
La negativa al DNU provincial se tomó en conjunto con la localidad de Trevelin y su intendente Hector Ingram. “Tenemos que tener una estrategia en común entre ambas localidades. Hemos estudiado con comerciantes y gente que se ve afectada por las medidas y tratamos de llegar a algo que sea posible de cumplir”, explicó.
Por esa misma razón, Ongarato, que ya se ha expresado públicamente al respecto en varias oportunidades, aseguró: “Cerrar las actividades tiene un impacto sanitario pero también un impacto social. No es que no se acatan las medidas porque son mala gente. Sino porque no pueden cerrar”.
Además, para el intendente, la restricción a la circulación y a los comerciantes solo va a generar protestas masivas en las calles de Esquel “y ahí sí que no se respetan los protocolos”, explicó. Es por eso, que el intendente aseguró: “Si el comercio está cerrado o no es solo una forma operativa, lo que importa es que la gente se quede lo que más pueda en sus casas”.
Para esta decisión, que toma en conjunto con su par de Trevelin, Ongarato sacó pecho con respecto a la “experiencia” adquirida en la gestión pandémica del 2020. “Podemos decir que fue un error haber cerrado todo tantos meses con tan pocos casos. Pero hoy sabemos que si repetimos esas medidas esto no va a tener el resultado buscado”.
Otro que desestimó las medidas provinciales fue Nestor Ticó, intendente de El Chaltén. Aunque claro, no tuvo la misma suerte que Ongarato ya que fue obligado por las autoridades provinciales a restablecer el DNU bajo amenaza de la fuerza pública. Javier Belloni, intendente de El Calafate también solicitó sin éxito que lo dejen fuera de las medidas provinciales.
Como sea, todo parece indicar que no será la última vez que un intendente busque una medida particular para su municipio, teniendo en cuenta que, a fin de todo, son los que conocen mejor el terreno. Claro, que si se trata de una mirada estratégica o de un caso de negligencia política lo dirá el tiempo...o la Justicia.
"En estos casos nunca se toma la mejor de las soluciones porque siempre quedan cosas por mejorar”, concluyó Ongarato, quien encabeza la rebeldía de los intendentes a las medidas de restricción provinciales.