Los primeros cien días de gestión son la prueba de fuego para cualquier político. Son los meses donde se le da la impronta y el dinamismo a la labor diaria. Como en un trabajo regular, los tres meses de prueba son suficientes para perfilar al trabajador y determinar si tendrá o no continuidad. Lo mismo ocurre puertas adentro de un Gabinete, estos días son suficientes para conocer si los funcionarios han cumplido con los objetivos propuestos.
En el caso del equipo que lidera el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, la situación particular se da porque había muchos de sus funcionarios que no venían del palo político, que no tenían trayectoria en la administración pública. Vinieron del sector privado, de la docencia o de otros rubros con ritmos que poco tienen que ver el que debería tener la gestión.
El primer herido del Gabinete fue el exsecretario de Medio, Cristian Aliaga, que pasó a ser reubicado en una especie de Instituto Cultural. Aliaga había sido elegido para la secretaría de Medios, pero no cumplió allí las expectativas previstas. Con un perfil más académico y hasta bohemio, el poeta y escritor, no logró instalarse en Rawson para el trabajo diario y esto de alguna manera dificultó la relación con los medios, un punto en el que Torres pone énfasis.
Aliaga no será el único. Diversas fuentes consultadas por La Tecla Patagonia coinciden en que desde hace semanas Torres evalúa y revalúa el trabajo de cada uno de los integrantes de su equipo. De hecho, hasta antes de su enfrentamiento abierto con el gobierno de Javier Milei, había reactivado las reuniones de Gabinete semanales y a primera hora, como una forma de mover el avispero interno.
Torres es hiperactivo, es joven y tiene una impronta personal de mucho dinamismo que a muchos les cuesta seguir. Sobre todo a aquellos que vienen de años de ejercicio en la administración pública con todos los “vicios” que eso conlleva. Más allá del estancamiento que pueden producir los años, los rasgos de la personalidad de cada funcionario entran a jugar un papel importante. Hay figuras dentro del equipo que tienen años en la gestión pública, pero que son “lobos políticos”, que arman, desarman y batallan en muchos frentes.
Y hay otros que no le encuentran la vuelta, que intentan subir el perfil, pero no lo logran. Como dice el dicho, lo que natura non da, Salamanca nos presta. En este tándem, hay un funcionario de primera que tiene muchos pergaminos en su haber en términos académicos, pero que no logra perfilarse políticamente y esto le genera problemas internos. De hecho su cartera está manejada por sus segundos que reportan directamente a Torres.
De acuerdo a la información recabada por este medio, el Ministro en cuestión habría organizado una comilona en las últimas semanas para intentar sumar adeptos y poder político dentro del Gabinete. En esa mesa estuvieron algunos referentes sindicales locales, además de funcionarios provinciales. El ministro paloma que quiere ser halcón no es otro que Facundo Ball. No sólo no habría logrado su objetivo sino que el encuentro trascendió y habría molestado más arriba.
Esta semana, las fuentes consultadas, señalan que se haría efectiva la salida de un secretario. Las especulaciones están a la orden del día porque en rigor hay disconformidad con varios, aunque uno sería especialmente el apuntado para este momento. Se trataría de Nicolás Cittadini, secretario de Infraestructura, un hombre que ha pasado por varias gestiones y cargos. Torres tenía una obsesión para sus primeros 100 días y era que comenzarán las clases. Al parecer el papel de Cittadini habría sido pálido y las obras necesarias para el comienzo del ciclo lectivo estuvieron prácticamente a cargo del ministro, José Luis Punta. Todo indica que Cittadini es el apuntado por el Gobernador.
Lo cierto es que la lista está abierta todavía y es amplia. Las definiciones llegarían en las próximas horas y en principio se trataría por ahora de un secretario, aunque podría haber más cambios en el corto plazo.
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