23 de octubre de 2025
CAMINO A LAS URNAS
La apatía electoral: una variable determinante para las Legislativas en la Patagonia
Con una tendencia sostenida a la baja en la concurrencia desde 2019, la menor participación puede ampliar el peso de votantes movilizados y alterar escenas electorales del próximo domingo en Chubut, Neuquén, Río Negro y Santa Cruz

El mapa patagónico llega a la elección nacional del domingo 27 de octubre con una variable preocupante: la caída paulatina de la participación en las urnas registrada desde 2019 y que se confirmó en las PASO y comicios generales más recientes. A nivel nacional, las primarias de 2023 registraron una concurrencia alrededor del 68-69% del padrón, uno de los guarismos más bajos de la serie reciente, lo que puede advertir sobre la expansión de la abstención en distritos donde antes la movilización era más estable.
En la Patagonia esa tendencia se traduce en números concretos. Chubut, por ejemplo, alcanzó alrededor del 73% de participación en elecciones provinciales en 2019, pero las instancias posteriores —incluidas las legislativas de 2021 y las votaciones de 2023— mostraron una concurrencia menor, cercana al 69% en varias mediciones, lo que ilustra el desgaste de la movilización electoral en el distrito. Río Negro y otras provincias de la región registraron también descenso en la presencia de votantes en las últimas contiendas: las PASO de 2023 tuvieron en algunos distritos provinciales lecturas similares a la media nacional, un dato que, trasladado a la elección definitiva, puede cambiar la magnitud del apoyo necesario para conquistar bancas en diputados.
El temor predominante entre los estrategas políticos es que se repita un patrón de elecciones ya realizadas este año en otros puntos del país y se registre una caída abrupta en la participación, marcando un punto de quiebre respecto a la tendencia gradual observada hasta ahora. Las consecuencias políticas de una menor concurrencia pueden ser significativas. En primer lugar, la baja participación tiende a amplificar el impacto de electores organizados y de aparatos territoriales: fuerzas con electorado más disciplinado o con estructura local activa pueden obtener mejores resultados porcentuales cuando el padrón no se moviliza en su totalidad.
En segundo término, en distritos con electorados chicos y con pocas bancas en juego —como sucede en la Patagonia para la Cámara de Diputados— pequeños cambios en la asistencia pueden traducirse en variaciones significativas en la distribución de escaños. Finalmente, la legitimidad política y el relato postelectoral pueden verse afectados: victorias con escasa concurrencia permiten a la oposición o a movimientos sociales poner el foco en la debilidad de la convocatoria.
En el plano táctico, los partidos que compiten en Chubut, Neuquén, Río Negro y Santa Cruz han venido poniendo énfasis en la logística de movilización puerta a puerta, en la llamada a votantes de lista y en la fiscalización en mesas: todas son herramientas que en contextos de baja participación aumentan su valor relativo. Además, campañas de última hora que apelen a descontentos puntuales o a cuestiones locales pueden tener un efecto desproporcionado si la mayoría del electorado no concurre.
Las particularidades provinciales también juegan: las cuatro jurisdicciones sureñas cuentan con frentes provinciales con músculo territorial —fenómeno que puede inclinar la ecuación si el electorado nacional se abstiene masivamente—, mientras que en distritos donde las alianzas nacionales mantienen cuadros activos la competencia podría polarizarse entre grandes frentes, con menor espacio para terceras fuerzas. La geografía, la dispersión poblacional y la estacionalidad —movilidad por turismo o trabajo— son factores adicionales que históricamente condicionan la concurrencia en la región.
Para las mesas de análisis y para las campañas, la lectura del domingo no será sólo quién ganó, sino quiénes fueron a votar: una derrota con alta abstención no tiene el mismo efecto político que una derrota con gran concurrencia. Por eso, más allá de encuestas y sondeos, la incidencia de la apatía electoral será uno de los ejes explicativos del reparto de bancas nacionales por la Patagonia y de las interpretaciones que se harán en la noche del escrutinio. La posibilidad de una caída abrupta en la participación representa la principal incógnita de una elección que definirá no sólo representantes sino también el estado de salud de la participación ciudadana en el extremo sur argentino.