17 de marzo de 2011
IRREGULARIDADES EN AEROSILLAS
San Martín: Peligro en las alturas
Para un ex auditor contratado por el gobierno neuquino, la telesilla del cerro Chapelco no tendría que estar habilitada. La administración de Sapag encargó una nueva evaluación
Cualquiera en su lugar hubiera echado mano a esa arcaica expresión que habla sobre “un ídolo con pies de barro”. Pero el ingeniero Rubén Salvarezza trazó otro paralelismo e hizo mención a “un Rolls Royce con neumáticos recapados”.
Sin dudas, una manera ocurrente de introducir un tema tan espinoso como el que puso en el centro del debate a la localidad neuquina de San Martín de los Andes, nada menos que uno de los más espectaculares paraísos turísticos.
Según la documentación que obra en poder de este ingeniero, las bases de hormigón sobre las que se levantan las columnas de la telesilla cuádruple desembragable, fueron mal realizadas y constituyen un peligro para los esquiadores que disfrutan las bondades del cerro Chapelco.
“Las falencias -dice mientras exhibe los papeles- fueron constatadas no sólo por dos universidades (la del Comahue y la del Sur) sino también por el Instituto Nacional de Investigación Aplicada (Invap)”. Pero de nada sirvieron las advertencias y el servicio fue y sigue habilitado.
Salvarezza había sido contratado como auditor externo de esa cartera y allá por 2007 le expuso sus conclusiones al entonces ministro de Producción y Turismo, Marcelo Dötzel. Pero la respuesta no fue la que esperaba: dice que lo ningunearon y que hasta le retuvieron el pago (hasta que pudo cobrar y siguió adelante con su cruzada).
Contó que en una de las reuniones, Dötzel le preguntó si la telesilla podía venirse abajo y que su respuesta fue contundente: “Seguramente aguantará menos que si estuviera bien hecha”, razón por la cual le recomendó que no fuera autorizada.
Al ser consultado por La Tecla Patagonia, Salvarezza subrayó que por aquellos años “la concesionaria tenía que hacer la obra porque la provincia se lo exigía para renovarle el contrato. Pero en lugar de convocar a una empresa, hizo las bases con su propio personal, es decir, a la bartola”. Lo curioso es que aquel gobierno “terminó dándole el visto bueno aunque ni siquiera contaba con responsable técnico a la hora de la habilitación”. Más aún, “sólo tenía la aprobación de planos que extiende la municipalidad”.
La bola de nieve siguió creciendo hasta estos días en que la administración Sapag decidió pedirle una nueva evaluación a la Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería (Ensi) y contratar a la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (UBA). De los resultados -que al cierre de esta edición aún no habían llegado- dependerán los pasos a seguir.
Si son favorables, nada cambiará. Pero si dan mal, habrá que pedir un nuevo cálculo para ver si hay que separar las sillas para alivianar la carga, o reparar las bases de las columnas, lo que requerirá más tiempo. Así lo explicó a este medio el director provincial de Concesiones, Ricardo Pullela.
El funcionario consideró que tanto el denunciante como la empresa -Nieves del Chapelco SA- tendrán que acatar el resultado. Pero Salvarezza dejó en claro que irá por más. “Si tuviera la seguridad de que las probetas que sacaron son las que mandaron a Buenos Aires, tendría confianza, pero no es así”, dijo y agregó: “Con la verdad no ofendo ni temo”.
Su expresión viene a cuento de las advertencias que en junio último lanzó el presidente de esa firma, Juan Adrogué, quien sostuvo lo siguiente: “Estoy dispuesto a utilizar todo mi poder económico en abogados, si es necesario, para llevar a la Justicia a los irresponsables y a los mentirosos”.
Para entonces, Salvarezza ya había recurrido a la Justicia para pedir que se aclaren las presuntas irregularidades. La presentación primaria fue ante la Fiscalía General de Neuquén, y luego recaló en el Juzgado de Instrucción Nº 4.
Así se enteró
Salvarezza había asumido como auditor el primero de marzo de 2007 y su función radicaba en establecer si los centros de esquí garantizaban las condiciones de seguridad. Fue así como se enteró de que “las bases de hormigón del Chapelco presentaban serias deficiencias”.
Contó que tomó conocimiento de ello cuando un ingeniero del Invap le dijo que estaban controlando una fisura que se había prolongado en una de las bases de la estación motora. Y dijo que las pruebas realizadas a las columnas 9 a 17 confirmaron que “ofrecían menos resistencia de la que deberían tener”.
En un informe que el ingeniero atesora como prueba, el Invap concluye que el hormigón de las muestras analizadas “no cumple con los requerimientos técnicos (calidad y resistencia) indicados por el proyectista y calculista de las estructuras en estudio”.
Por eso recomienda “seguir la metodología de ensayo (…) para conocer el valor de la resistencia alcanzada por el hormigón de las bases no estudiadas, debido a la incertidumbre generada por la falta de control de calidad” y re
=fiere a la “dosificación incierta, alta relación agua-cemento, falta de ensayos granulométricos y papel en el hormigón”.
Concluye que “en base a los resultados” que se obtengan “se podrán establecer los pasos a seguir desde el punto de vista técnico (reparación, refuerzo o demolición) para la totalidad de las bases de las fundaciones”. Ahora, varios años más tarde, Pullela aseguró que “los profesionales que actuaron en su momento” hicieron el trabajo “como correspondía”, y concluyó que “la temporada no peligra” porque los ingenieros de la UBA dijeron que sólo se trataba de fisuras. La pregunta es la misma que en los tiempos de Sobisch ensayó el ministro Dötzel: ¿resistirán?
Nota completa en la revista Nº 31 de La Tecla Patagonia.