El hecho de que la Gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, viene ganando terreno en la política nacional no es novedad. Pero en el último tiempo, ha tomado partido en acciones que han afectado o afectarán directamente a la Patagonia. Primero fue el Pacto Fiscal, donde el rol de la niña mimada de Nación fue fundamental para torcer el brazo de los gobernadores díscolos y sellar el acuerdo. La amenaza del reclamo del Fondo del Conurbano fue determinante. Ahora, Vidal va por el trasvase del Río Negro al Río Colorado.
A falta de discusiones electorales y de reclamos por coparticipación, ahora también hay que sumar a la lista de conflictos interprovinciales algo tan esencial como el acceso al agua. Claro está, el trasfondo de la disputa por el cupo de agua de las cuencas del Río Negro y el Río Colorado es de índole político. Sin ir más lejos, la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas hoy está presidida por Provincia de Buenos Aires, que comparte banderas y por tanto votos con Nación, en desmedro de la posición de Neuquén y Río Negro, que ostentan sellos provinciales.
Ahora bien, es necesario señalar que por el momento, la discusión se da en un plano hipotético y en el plano de las ideas, todavía lejos de materializarse en proyectos concretos. Sin embargo, a raíz de declaraciones mediáticas de funcionarios bonaerenses se desencadenó un debate mayormente legislativo en las provincias patagónicas, que no tardaron en manifestar su enérgico rechazo a la iniciativa bonaerense. Y quienes más énfasis pusieron fueron los neuquinos, quienes hasta esgrimieron un dictamen contrario al trasvase. En las últimas semanas, los legisladores rionegrinos también se expresaron públicamente en contra.
En tanto, la cuestión del traspaso de agua de un río a otro en sí es bastante más compleja que un pedido o la presión política que pueda ejercer María Eugenia Vidal. En primer lugar, existe una Ley provincial en Río Negro que expresamente prohíbe el trasvase del Río Negro. Es decir, que primero habría que redactar una ley que contradiga aquella. Pero además, la realidad es que todavía no hay un estudio completo de las cuencas, aunque sí está en proceso. Y este es un punto a favor de la Gobernadora bonaerense porque es la primera vez en la historia que se pide. No obstante, el rechazo unánime neuquino (con Cambiemos adentro) hace prever un escenario cuanto menos difícil.
Otro punto que no hay que perder de vista es que el proyecto del trasvase recién podría ver la luz en 2019, hasta tanto no esté terminado el estudio de la AIC. Y no es un dato menor que el año que viene será electoral. Allí, cada fuerza jugará sus mejores cartas para intentar retener el poder. En este caso, se trata de tres (cuatro con Nación, que juega igual que Buenos Aires) signos políticos distintos, pero con afinidades entre los patagónicos y el Presidente Mauricio Macri. Desde los inicios de su gestión, tanto el neuquino Omar Gutiérrez como el rionegrino Alberto Weretilneck han sabido cosechar una buena relación con el líder de Cambiemos. Eso, quizás le abra una ventana a Vidal en la negociación.
Claro que en las Legislaturas será otra batalla y tampoco hay que menospreciar la voluntad popular, que ya ha dado muestras de torcer decisiones políticas como fue el caso de la Planta Nuclear, proyecto que impulsó Nación y que abrazó Weretilneck, pero que ante la negativa mayoritaria de la sociedad dio marcha atrás. Misma suerte podría correr este proyecto, a pesar de que a ciencia cierta, todavía no existen precisiones acerca de la disponibilidad de agua de las Cuencas de los ríos Limay, Neuquén y Río Negro. Hasta el momento, los gobernadores patagónicos no se han manifestado al respecto, por lo que no se conoce su postura. Pero las manifestaciones de los legisladores de una y otra provincia sientan un precedente.
Cabe señalar que en el concepto del trasvase también está en juego el histórico cupo de agua que le corresponde a cada provincia y que el estudio en curso de la AIC pretende determinar. De allí se desprenderá la capacidad de las Cuencas y la viabilidad del ambicioso proyecto, más allá de las pretensiones particulares. Luego, con los números sobre la mesa, será el turno de la discusión entre mandatarios que definirá la suerte de los habitantes de la provincia de Buenos Aires y del sur del país.
De esta manera, todo parece indicar que será una batalla discursiva y con fuerte condimento político y territorial hasta tanto estén los datos precisos del estudio de la Autoridad de Cuencas. Mientras tanto, cada parte hará su jugada e intentará llevar agua para su molino utilizando sus mejores armas. Y el año electoral marcará en gran parte el pulso de un 2019 que puede ser definitorio en este tema. Según cómo se acomoden las piezas para entonces, una fuerte disputa interprovincial puede levantar o hundir pretensiones, por lo que tanto bonaerenses como patagónicos desandarán el camino con pies de plomo.
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