José Ignacio de Mendiguren llegó a la política en las horas más oscuras de la renovada democracia, cuando la crisis del 2001 amenazaba con mandar al pantano a toda la clase dirigente. Ocupaba por entonces el burgués sillón de la presidencia de la Unión Industrial Argentina (UIA), pero decidió jugársela ante la propuesta de Raúl Alfonsín de integrar el gobierno de transición de Eduardo Duhalde. Fue el primer ministro de la Producción que tuvo el país.
De Mendiguren se emociona cuando recuerda aquella época, y dice que la salida de la actual crisis debe darse en un marco similar de consenso político. Con mandato como diputado nacional fue convocado por el presidente Alberto Fernández para presidir el Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) al que pretende darle un rol activo en la asistencia a las Pymes. Con frases contundentes y definiciones para la reflexión el empresario y político habló largo y tendido con La Tecla.
-¿Usted tiene dos visiones, la del político y la del empresario, compatibilizan en esta coyuntura?
-Sí. Yo soy industrial, tengo una industria textil y de calzado, y soy productor agropecuario. Y tuve la suerte que la política me invitó a poder sostener y defender esta idea industrial desarrollista desde adentro. Creo que uno debe comprometerse. Indudablemente estamos mal, chocolate por la noticia; estamos ante una crisis descomunal, que nunca había conocido el mundo, con caídas del producto bruto terribles, con récords de déficits fiscales. Países que entraron a la pandemia sólidos, con economías sustentables, con reservas, con crecimiento económico y sistemas hospitalarios reforzados, están padeciendo. Calculen cómo estamos nosotros, a esta crisis mundial, en vez de con un auto 2020, entramos con un 4L picado, con gomas lisas, sin frenos y el motor fundido. A veces, por la desesperación del momento, y la mala intención de muchos, nos quieren comparar con otros países desarrollados sin darse cuenta cómo entramos a la crisis. Ahí siento que hay mala fe, porque lo único que logran es hacerle bajar más los brazos a mis colegas, los industriales. No negamos que el problema está, pero estamos ante el rescate más grande del sector público a las Pymes y las empresas.
-¿Alcanza?
-Durante el gobierno anterior nos estábamos fundiendo y estaban cerrando entre 40 y 50 Pymes por día; y nos decían que no había otra alternativa y ese era el rumbo. Ante eso pedíamos bajar la tasa de interés, y ahora la bajamos; pedíamos que nos salvaran de la mochila cuando no podíamos pagar los impuestos, y encima la AFIP nos embargaba las cuentas corrientes, ahora nos dieron una moratoria amplísima; pedíamos rebajas en las cargas sociales por un tiempo, y ahora hasta nos han dado algo que nunca nos hubiéramos atrevido a pedir, que es que nos paguen los sueldos. Indudablemente estamos mal, y a lo mejor las cosas no fueron en el tiempo adecuado, pero lo que no podemos dejar de reconocer es que estamos teniendo una respuesta del sector político de sostenerlos con vida. Las definiciones políticas van en el sentido correcto. Tenemos que tomar conciencia de las circunstancias que estamos atravesando y cómo el gobierno del presidente Fernández tiene un rumbo tomado de asistirlos de una forma que nunca se hizo en la Argentina.
-¿Qué similitudes encuentra con aquella Argentina del 2002 cuando Raúl Alfonsín lo convocó para que sea parte del nuevo gobierno de coalición que condujo Duhalde?
-Aquella crisis no tenía precedentes y no había ningún manual para consultar. Un país que había estallado en el peor default de la historia del capitalismo, porque fueron cien mil millones de dólares y hasta ahí el más grande había sido el ruso con 30.000. Circulaban 18 monedas en la Argentina, estaba el Club del Trueque instalado, los bancos cerrados y había estallado todo el sistema contractual. Porque al explotar la convertibilidad e incautarse los depósitos, todos los contratos saltaron por el aire. Y desde la parte política el escenario también era inédito. Pero en aquel momento el mundo de alguna manera ayudaba, porque no tenía la crisis que soporta ahora, y, segundo, ante la magnitud de la crisis, hubo un acuerdo político.
-Es algo que siempre resalta.
-Porque el radicalismo, que pasaba a ser oposición, se hacía cargo del fracaso; y en vez de ponerse a tirar piedras se juntó con el peronismo. Alfonsín y Duhalde cogobernaron, alinearon el parlamento, asumieron los costos de salir de esa crisis y convocaron al diálogo argentino apostando a distender a la sociedad ante la grave crisis. Y tuvimos un FMI que no solamente no nos prestó plata, sino que se llevó 8.000 millones de dólares, y mientras nos corría el arco a nosotros le daba 30.000 millones de dólares de Brasil y blindaba a Uruguay con 3.000 millones, porque no quería que explotara la región.“No tenemos una oposición
con el sentido de
grandeza de Alfonsín”
-¿Y eso se puede hacer ahora?
-Ahora tengo fe, pero con un acuerdo político. En el 2002 también tuvimos la misma crisis cambiaria, nos desestabilizaban, al dólar que tenía que estar alrededor de 2 pesos lo llevaron a 4. Pero con medidas macroeconómicas, firmeza en la negociación con el Fondo y el eje en la alianza de la política con los sectores productivos el resultado fue que, en menos de un año, toda la capacidad de emprendedurismo de las empresas, la industria, los servicios y el campo se pusieron en marcha. En el mismo 2002 se generaron 16.500 millones de dólares de superávit comercial. Ese gobierno que había recibido la peor transición de la historia argentina entregó la mejor transición, que era un país en paz en el que votó el 80% del padrón, creciendo al 7%, con 3% de inflación, dejándole al gobierno del presidente Kirchner 5 ministros y 38 secretarios de Estado, sin una sola denuncia ni sospechas de corrupción. También tuvimos corridas cambiarias, tuvimos el club de los desestabilizadores y tuvimos los que todos los días abrían la radio diciéndonos que se iban a caer los bancos y el dólar se iba a 20 pesos. Pero tener en claro los objetivos generó ese cambio.
-¿Pero hoy…?
-La diferencia es que todavía no estamos logrando un acuerdo político. No tenemos una oposición con el sentido de grandeza de Alfonsín. Tenemos una oposición que no ha traído un solo proyecto, que lo único que tiene son críticas y no alternativas. Y tenemos la falta de un diálogo argentino de todos los actores. Lo que no tenemos que hacer es tensar todos los días, bajarle el ánimo a la gente y sembrar la desesperanza. Es como estar cabeceando granadas en un gasoducto. ¿Por qué el radicalismo no está a la altura de lo que fue el 2002?. Había sido responsable, junto con la Alianza, de la explosión del 2001; pero miró para adelante y se sentó a cogobernar, a colaborar y a asumir los riesgos que significaba la salida de lo que había generado. Eso es lo que hoy nos está faltando.
Devaluación e inflación
-Usted dijo que la brecha cambiaria es una dificultad grande con las empresas. ¿Habló esto con el presidente del Banco Central o con el ministro Guzmán?
-Creo que todos saben la dificultad que genera. Yo no soy economista, pero viendo la experiencia tiene más que ver con que no pudimos encontrar esos acuerdos para tranquilizar la economía. Hemos cerrado con los bonistas y por cuatro años no vamos a tener sofocones externos, y soy muy optimista con el Fondo. El dólar oficial a setenta y pico u ochenta pesos es competitivo para la economía; está un 13% por encima del promedio de los últimos diez años, entonces no hay nada objetivo que justifique los valores que se están hablando. Eso tiene más que ver con la intranquilidad y la falta de madurez para demostrar confianza. Creo que esto se va a arreglar.
“El dólar oficial a ochenta
pesos es competitivo
para la economía”
-¿No cree necesaria una devaluación?
-Este dólar que tenemos hoy, si la inflación se controla, está 13% por arriba del promedio. No veo necesaria la devaluación.
-La inflación es un problema que no parece controlarse.
-A la inflación se la combate con la inversión y cuando hay más oferta de bienes se entra en el círculo virtuoso de la economía. Pero cuando uno lo único que conoce es la política del ajuste lo que se logra es que se caiga el nivel de actividad, y cuando eso pasa cae el nivel de recaudación, por eso el equilibrio fiscal pasa a ser una quimera. No quiere decir que no haya que cortar con los gastos que no corresponden. La fuerza hay que ponerla en hacer arrancar a la Argentina, y no dudo que el país tiene los sectores que, con los números claros, nos sacan de esta crisis. Argentina hoy en minería exporta el 10 por ciento de lo que exporta Chile; tenemos un caladero en pesca de los más importantes del mundo; en materia de ciencia del conocimiento estamos exportando por 6.000 millones de dólares; tenemos la segunda reserva de gas del mundo; el cincuenta y pico por ciento de las reservas de litio están en la región. Y, en cuanto a capital, hoy Argentina es acreedora del mundo, no deudora. Los argentinos fuera del sistema tienen un PBI entero. Algún día discutiremos este asunto, si está bien o mal, pero es una realidad; y esa persona duerme acá y manda los chicos al colegio acá. Si logramos un acuerdo político y que sea negocio producir con rentabilidades razonables ese capital va a venir.
-No cree que es desventajoso hoy invertir en un país con inflación alta, impuestos elevados e inestabilidad cambiaria. ¿Por qué un empresario vendría a invertir con esos parámetros?
-Hoy el país tiene la brecha más grande entre la Argentina real y la Argentina potencial. El 85 por ciento del trigo que exporta lo exporta a granel, a 170 dólares y si lo transformás en harina son 400 dólares, y si fueran pastas y galletitas son 1.600 dólares. Ese es el camino que Argentina tiene que emprender.
“El país tiene la brecha más
grande entre la Argentina real
y la Argentina potencial”
-Pero hace años que lo busca y no lo encuentra.
-Espero que esta crisis descomunal sirva para repensar a la Argentina, no para emparcharla.
-Insisto, si alguien quiere invertir, sea argentino o extranjero, se encuentra con todos estos problemas.
-Por supuesto. Es un inconveniente y es una oportunidad. Por eso hablo de un acuerdo político, hacer algo parecido a lo que hicimos en el 2002, diálogo argentino, expresar claramente cuáles son los objetivos de la política, demostrar los negocios concretos que el país tiene sobre sectores clave como la agroindustria, la energía, y después esperar que esos mismos argentinos que viven acá tengan esa posibilidad de invertir; y después vendrán los extranjeros. Si el argentino la trae es porque la va a poner a producir. Ningún país con las cualidades de Argentina deja de existir; el tema es que salgamos bien de la crisis y no volvamos a repetirla más. Tenemos que terminar con las crisis recurrentes que a la Argentina le pasan por un sólo motivo: que le vende al mundo lo que vale poco y le compra lo que vale mucho. Por lo tanto, todos los dólares que juntás por la exportación no te alcanzan para lo que tenés que gastar. O cambiás la matriz productiva o vas a salir de esta crisis para caer en otra en cinco años. Para eso tienen que estar los acuerdos arriba de la mesa, no reuniones al pedo; reunionitis de reunionitis donde todos se reúnen sin discutir el proyecto. ¿Dónde está la agenda del crecimiento?
-¿Sus compañeros de la UIA están de acuerdo con su idea desarrollista?
-La UIA no es la unanimidad industrial argentina. Yo integraba el Movimiento Industrial Nacional (MIN), y tengo una visión desarrollista, que es la que ha faltado. El desarrollo es un proceso en el que hay que fijar prioridades y es indispensable la unidad nacional, porque cuando vas al desarrollo afectás los enormes intereses que lucran con el subdesarrollo del país.
-¿Y usted ve compenetrado en esto al sector industrial?
-No, no. También tenemos diferencias. Tengo muchos compañeros que, por razones ideológicas o por lo que sea, le venden la soga a quien después los ahorca. Así nos ha ido. Entonces, esperemos que de esta crisis salgamos con ese cambio; si salimos en la misma dirección que estábamos vamos a volver a repetir los errores. Argentina tiene que salir de una actitud defensiva, porque estamos todos colgados del arco para que no nos metan un gol. Con todos los activos que hay tenés que salir al ataque, a pilotar y superar la crisis, no a defenderte solamente.
Reunión del Presidente y el gabinete económico con los representantes de la UIA.
-Es empresario de la industria textil y del calzado, dos rubros muy golpeados en cada una de las crisis. ¿Por qué esos sectores parecen siempre los primeros en tener dificultades?
-Porque cuando te toca competir contra los chinos y el sudeste asiático te barren. Era un sector pujante y sólido, peor lo hiciste competir contra el Asia, que no compite nadie. Se nos asiatizó el mercado interno, pasó a la clandestinidad para sobrevivir. Es un sector el que trabajan 500.000 personas. Hay países que lo reemplazaron y se pusieron a fabricar microchips, pero hoy todavía en la Argentina estos sectores son indispensables.
-Por otro lado también se dedica al agro, ¿no le da bronca que el dólar cuando vende tenga un valor y cuando tiene que comprar insumos sea otro?
-Salvo las retenciones el valor es el mismo, pero discutir solamente retenciones es no ver el problema. Facturando más todos vamos a obtener la rentabilidad. Como digo, si en vez de exportar el trigo, donde solamente la cerealera hace su negocio, pasamos de los 170 dólares de exportar el grano a los 400 de la harina o a los 1.600 de elaborados, el campo va a tener un rol importantísimo y no vamos a discutir retenciones sí o no.
“Aspiramos que el banco sea la palanca para el relanzamiento de la Argentina”
-¿Que es el BICE hoy en términos prácticos?
-El Banco tiene que ocuparse básicamente del análisis de inversiones y, además, el comercio exterior. Nuestro objetivo final es transformar al BICE en el rol que cumple en todos los países desarrollados un banco de desarrollo. No hay país que no tenga un banco de desarrollo fuerte, que acompañe la estrategia de crecimiento. Por ejemplo, el Banco de Desarrollo de Brasil financia él solo el 9% del producto bruto brasileño con créditos a la inversión; el Banco de Desarrollo de Alemania maneja créditos por el 14,5 por ciento del producto; y el Banco de Desarrollo de China no solamente financia la inversión en el país sino que apoya los proyectos estratégicos de China en el exterior, acompaña a sus empresas a la internacionalización. En este momento el proyecto estratégico más grande de China, que es la ruta de la cera, está financiado por ese banco. Estas entidades en Europa nacieron después de la segunda guerra mundial, con el objetivo de fijar las prioridades de la recuperación de los países.
-¿Y en Argentina?
-En Argentina se formó en 1944, cubrió por determinados momentos ese propósito y prácticamente todos los proyectos importantes de la Argentina tuvieron financiamiento del Banco de Desarrollo: el proyecto petrolero, el siderúrgico, las grandes empresas que se formaron como Siam Di Tella, Alpargatas, Bunge y Born y las del sector automotriz. Primero fue el Banco Industrial, después el Banco de Desarrollo, que impulsó con mucha fuerza Aldo Ferrer en los años 70. Después pasó a ser de Inversión y Comercio Exterior. La aspiración que tenemos es que vuelva a convertirse en esa palanca que va a ser tan necesaria para el relanzamiento de la Argentina después de la crisis.
-¿Es un banco cuya mayor injerencia se da en los momentos de crisis?
-Precisamente el rol de estos bancos es contracíclico, son más importantes en los momentos en los que hay que marcar una orientación. Cuando lo tomamos nosotros, el BICE estaba concentrado en grandes proyectos, como los corredores viales, y se había olvidado del financiamiento a las Pymes. Lo que hicimos fue lo contrario, direccionar el accionar de la entidad. Antes era un banco de primer piso, es decir que le presta a otros bancos para que estos le presten a las empresas; nosotros lo abrimos a las empresas, a través de una línea de capital de trabajo. Era una entidad que no estaba capacitada para ese cambio rápido; siempre cuento que el call center atendía 12 o 13 llamados por día y llegamos a tener más de 1.200 llamados por día.
-¿Y cuál es esa orientación?
-La orientación está precisamente en llegar a las empresas, a hacerlo un banco especializado en realizar proyectos. Ahora el BICE cuenta con instrumentos, que antes estaban en el Banco Nación, como lo es una línea de leasing para las Pymes; una línea de factoring, para financiar las ventas de las empresas descontándole las facturas y adelantándole la plata para que puedan seguir operando; tenemos un sector de fideicomisos que permiten instrumentar negocios para sean realizables. Es un banco que, además de prestar, crea instrumentos que faciliten el crecimiento de las empresas. Tenemos un acuerdo con las Sociedades de Garantías Recíprocas, para acelerar la llegada del crédito a las empresas.
Presentación de la línea de créditos del BICE el martes 20.
-La semana pasada lanzaron una línea de créditos con tasa subsidiada del 24% anual ¿Cuál es la expectativa y cuánto es el capital disponible?
-Estamos poniendo dos mil millones de pesos para la línea de inversión productiva, que la hacemos con el Fondo de Desarrollo Productivo (FonDeP), que nos subsidia 12 puntos la tasa durante los primeros tres años para que podamos otorgar lo que siempre nos han pedido las Pymes, que es largo plazo. Con estos créditos, que son a siete años, también podemos dar hasta dos años de plazo para empezar a pagar. Estamos trabajando para la post pandemia, siguiendo la política del gobierno de contener y sostener a las empresas para pasar esta pandemia, con una visión de futuro. Lo que vimos, en promedio, es que los equipamientos de las Pymes están en 70 millones de pesos, por lo tanto damos créditos hasta esos montos. Después, esta es la primera línea del sistema financiero en la que un 20% está reservado para empresas que estén conducidas por mujeres; en esto esperamos liderar el sector financiero para que el resto tenga que imitarnos.
-¿Y con las exportaciones?
-También sacamos una línea para pre financiación de exportaciones. Argentina tuvo 11.000 Pymes exportadoras y hoy prácticamente han quedado 7.000. El Gobierno está promoviendo, y nosotros somos el instrumento, que se vuelva a recuperar ese sector de la Pyme exportadora. Cuando una pequeña y mediana empresa exporta siempre vende tecnología, productos elaborados, nunca exporta un commodity. Y el precio es 4 a 1 promedio en relación a lo que exporta un conglomerado tradicional. Eso da más tecnología, más valor agregado, y más precio. Por lo tanto salimos a buscar las Pymes que ya habían exportado y les financiamos la prefinanciación a una tasa del 4,5% en dólares; y a las primeras exportadoras, las que nunca lo habían hecho, al 4%. Lo que necesitan esas empresas son créditos que deben estar entre 200 y 300 mil dólares. Cuando nosotros llegamos, ese comercio exterior el Banco lo financiaba a una tasa del 15% anual en dólares, como también la tasa en pesos estaba entre el 65 y 85% y ahora la estamos financiando al 24.
“Politizar la pandemia me parece degradante”
-¿Cómo lo ve políticamente al Presidente?
-Lo veo piloteando esto, que no es fácil. Tuvo que tomar opciones, que comparto, entre la salud y la economía. Ahora veo a la oposición que, en vez de contribuir está diciendo liviandades, como que está bien la cuarentena pero había que hacerla de manera inteligente; bueno, decime cómo. Además criticando como si sólo fuera el Gobierno, cuando al lado del Presidente los veías a Rodríguez Larreta, a gobernadores, como (Gerardo) Morales, que primero creyó que su provincia era una maravilla y después salió corriendo desesperado. Y no lo critico, esta es la realidad. Si a países desarrollados como Italia o España los agarró el pico y les generó un desastre, ¿qué hubiera pasado si ese pico llegaba a la Argentina con 40% de pobreza y 2.100 asentamientos entre Capital y el AMBA, con hospitales que no tenían ni gasas?. Ahsta el ministro de Salud de la Ciudad (Fernán Quirós) le contestó a Macri, diciendo que si no se hubiese anticipado la pandemia hubiera sido un desastre lo que habríamos vivido. Politizar la pandemia me parece degradante.
-¿Confía en la estabilidad de la alianza gobernante?
-Sí. Cuando uno quiere tener una alianza o una coalición como siempre envidiamos de Uruguay, Alemania o Chile, tiene que saber que hay tensiones. Esa es la fortaleza de la coalición. ¿O no vimos cuando Lilita Carrió le pedía el juicio político a su ministro de Justicia, o denunciaba a Aranguren, o que era espiada por Majdalani? Creo que vamos a tener tensiones, porque hay distintos puntos de vista, pero habrá que ponerse de acuerdo y eso va a enriquecer las medidas.
“Ampliar el Frente Renovador y ampliar la coalición son dos cosas necesarias”
-¿Se viene el congreso del Frente Renovador, qué espera?
-Que intercambiemos muchísimo sobre lo que pensamos. Siempre tuvimos en claro, desde el primer día, el pensamiento respecto a la corrupción, los proyectos de desarrollo, los temas de educación. En nuestra escuela de gobierno, cuando la dirigía Lavagna, fijamos postura de todo. Lo que vamos a repasar es todas esas posturas y vamos a trabajar sobre el análisis de cómo está la Argentina hoy. Y qué es lo que proponemos a la luz de lo que pensamos. Va a ser muy interesante y un gran aporte a la coalición.
-Se habla mucho de ampliar. ¿Es ampliar el frente Renovador para ampliar el Frente de Todos o ampliar el Frente Renovador para fortalecerlo ante las otras fuerzas políticas que integran el Frente de Todos?
-Son las dos cosas. Creo que en el Frente Renovador tenemos característica que, a lo mejor, no son exactamente iguales a las del resto de la coalición, entonces en lo que podemos acordar tenemos que acordar. Ampliar el Frente Renovador y ampliar la coalición son dos cosas necesarias. Hay gente que va a venir porque tiene más afinidad con el Frente Renovador y hay otros que van a venir por mayor afinidad hacia los otros sectores. Lo importante es ampliarlo.